Tal vez mi vida es tan plana que tuvo la culpa del disgusto que me llevé al ver que TOR había finalizado. Me quedé más vacía. Lo cierto es que no sé si es sano o no, si es habitual o no, si me venía bien en términos sociales o no (de hecho no:p), pero era como una especie de segunda piel en forma de dosis pequeñitas. A la altura de un click de ratón. Revivían. Se ha acabado como todas las cosas buenas. Se acabó justo después de pasar un fin de semana en mi exciudad universitaria y de comer un par de huevos kinder, como antes, y de conducir por West Virginia en Pucela (:p) y fue simplemente como algo más que echar de menos y algo menos que esperar. Mortal de necesidad para mi ya deshecha tolerancia a los cambios. Me sentí más sola y me llenó de pena. Creo que he tardado una semana en asimilarlo.
Lo curioso es que deseé con todas mis fuerzas tener siete años menos y estar delante del teclado de mi viejo compaq para darles vida, joder. Es un poder, ¿verdad? TOR nos ha enseñado que hay miles de historias por contar, que no lo sabemos ni todo de ellos ni todo de nosotros.
Me cautivó eso. La tristeza. Porque es una historia triste. Y que por fin estaba ahí plasmado lo que siempre había pensado de ellos. Las carencias y los ratos entre las sábanas. Me ha sorprendido siempre mucho, mucho que me da la sensación de que se conocen en casi todo a la perfección, pero que hay una parte de ellos que les cuesta mostrarse el uno al otro y que nunca llega realmente a encjar y esa evolución era lo que yo buscaba que alguien me desgranara. Por no hablar de su encuentro con William. He pensado en ello un millón de veces en estos años y creo fírmemente que han ido a verle. Siempre era eso; ver sin tocar. Todas esas sensaciones contenidas y volver a verle los ojos. Creo que lo de William me obsesiona. Yo siempre me lo imagino a la salida de un colegio y ellos dos de oscuro, como resaltando con todo lo demás que es muy claro y colorido. Y lejos. Más lejos todavía cuando Will abraza a su madre adoptiva y se va con ella y ellos montan de nuevo en su coche y tienen que parar a la salida del pueblo para echarse a llorar.
XF es una de las historias más tristes jamás contada con los mejores momentos entremezclados. Genuicidad pura y dura.
no subject
Lo curioso es que deseé con todas mis fuerzas tener siete años menos y estar delante del teclado de mi viejo compaq para darles vida, joder. Es un poder, ¿verdad? TOR nos ha enseñado que hay miles de historias por contar, que no lo sabemos ni todo de ellos ni todo de nosotros.
Me cautivó eso. La tristeza. Porque es una historia triste. Y que por fin estaba ahí plasmado lo que siempre había pensado de ellos. Las carencias y los ratos entre las sábanas. Me ha sorprendido siempre mucho, mucho que me da la sensación de que se conocen en casi todo a la perfección, pero que hay una parte de ellos que les cuesta mostrarse el uno al otro y que nunca llega realmente a encjar y esa evolución era lo que yo buscaba que alguien me desgranara. Por no hablar de su encuentro con William. He pensado en ello un millón de veces en estos años y creo fírmemente que han ido a verle. Siempre era eso; ver sin tocar. Todas esas sensaciones contenidas y volver a verle los ojos. Creo que lo de William me obsesiona. Yo siempre me lo imagino a la salida de un colegio y ellos dos de oscuro, como resaltando con todo lo demás que es muy claro y colorido. Y lejos. Más lejos todavía cuando Will abraza a su madre adoptiva y se va con ella y ellos montan de nuevo en su coche y tienen que parar a la salida del pueblo para echarse a llorar.
XF es una de las historias más tristes jamás contada con los mejores momentos entremezclados. Genuicidad pura y dura.
Les echo de menos.
Sermón en el día de la lotería. Tengo sueño.