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El árbol de la vida
Podría escribir veinte comentarios distintos sobre El árbol de la vida, y todos tendrían en común dos palabras: Obra maestra.
Palabras con las que no me refiero a que sea una buenísima película, sino a que es una obra única que merece la pena ver aunque sea tan sólo por ese motivo (hay muchos otros). El árbol de la vida es una de esas películas que de vez en cuando nos recuerdan que el cine es arte. O, dándole la vuelta, que hay que ir a ver recordándonos antes a nosotros mismos que el cine es un arte, que no tiene porqué utilizar siempre el mismo lenguaje, ni el mismo estilo de narrativa, ni los mismos elementos.
No quiero y sí quiero entrar en la polémica de público abandonando las salas en masa y carteles en algunos cines avisando de que tiene una narrativa diferente o cosas así. Cuando uno va al cine sabe que le puede gustar o no la película, punto. Libre es de irse, por supuesto. Pero ese fondo de queja porque es “rara”, esa idea de que se debe avisar de que la película es “diferente”... no los comparto. Me parece, si acaso, una triste señal de que la mayor parte de los autores cinematográficos, directores primero, guionistas después, están dormidos en los laureles, acomodados en “lo habitual” desde hace años. O, una triste señal de que a los cines sólo llega lo convencional, es decir, que el que no se acomoda no vende.
Excepciones hay, claro, de hecho ésta es una muestra, pero creo que es triste que cause esa respuesta.
Quede claro (aunque no creo que sea necesario que lo diga aquí porque es que es obvio), a mí me encanta el cine convecional, es sólo que hay otros.
En mi opinión, ya dejando de lado ese necesario respeto a las obras distintas, la película no es ni aburrida, ni lenta, ni muchísimo menos incomprensible.
De hecho, uno de sus sus temas principales es una historia mil veces contada: La pérdida de la inocencia o el paso de la niñez a la madurez de una persona, las relaciones familiares, la toma de conciencia de que el mundo es injusto, si se quiere, de que no se pueden controlar las cosas que ocurren, el descubrimiento de que los padres no son seres perfectos que siempre tienen razón sino simples seres humanos con sus contradicciones y defectos, etc.
En ese sentido más que en ningún otro, no se le puede poner una pega a la película. Da igual cuántas veces se haya contado una historia, si se cuenta bien. Y aquí se cuenta con una honestidad brutal, libre de artificio, de trucos. Impresionismo, imágenes que suenan a verdad tras verdad y que van formando poco a poco esa evolución personal del protagonista. Personajes perfectamente construidos y explicados, llenos de matices, que a la vez son arquetipos universales.
En el otro lado, donde la película toma los mayores riesgos narrativos, se plantea una cuestión que es, o no, o en parte, o lo que tú consideres (porque, sí, no hay nada malo en que una película tenga distintos significados para las distintas personas que la ven) la de... el abismo existente entre lo personal y lo global, entre lo ínfimo y lo eterno, entre yo-aquí-ahora-siento pero eso no significa nada a nivel global. Digamos: el ser humano enfrentado a todo lo que se escapa de su control. Al azar, a Dios, al Universo, a lo externo al ser humano, lo que tú consideres.
Porque, la película no empieza contándonos el abandono de la niñez de Jack, empieza con sus padres recibiendo una noticia terrible, con su madre planteándose si Dios le escucha o no y ahí, donde la gente sale de las salas supongo, es donde la película me gana a mí: en el radical cambio de... situación, vamos a decir. Y, ahí, cada uno verá lo que quiera.
Yo veo lo que veo: Cada ser humano es un ser humano, el resto, el Todo, el Universo, es lo que es y cada ser humano es irrelevante dentro del Todo. No podemos esperar compasión, justicia, "atención", ser relevantes. Pero tampoco podemos esperar que ese hecho nos haga ignorar lo que realmente nos importa, que no es el Todo sino las personas que tenemos al lado y nosotros mismos, nuestra vida, nuestro dolor, nuestra felicidad cuando la hay. No podemos esperar que nos consuele de las pérdidas, no podemos esperar que dé sentido a lo que no lo tiene, ni debemos permitir que reste sentido a lo que lo tiene. No podemos esperar respuestas del "orden/ sucesión de azares global" más que a cuestiones globales. Con lo que nos duele, con lo que nos afecta, estamos solos o en compañía de otros como nosotros. No es poco.
O algo así y muchas cosas más, difícil explicarlo.
He de decir que me hubiese encantado la película sin voz en off porque precisamente creo que lo que muestra, (no lo que cuenta, lo que“deja ver” y tú ves lo que ves,) es diáfano en extremo.
Pero, hay voz en off y hay ese final (que respeto pero que me resultó absolutamente ajeno, al contrario que todo el resto de la película) y opino que es difícil que un creyente y un ateo vean lo mismo en la película.
Creo también que la historia se posiciona, quizá no tanto en la existencia de Dios como en la transcendencia del ser humano. Tampoco veo nada malo en ello: Nada malo en que las respuestas no estén escritas con mayúsculas y cada uno pueda entender cosas distintas, tampoco en que la posición que (yo creo) toma el autor sea diferente a mi opinión.
Totalmente positivo, me parece lo primero, totalmente respetable, lo segundo.
Sí criticaría, sin embargo, en ese final, el simbolismo tan gastado que se usa, que desmerece del resto de la película. Pero no da para restarle realmente valor.
Y, a estas alturas, supongo que no te habrás enterado de qué va la peli, si no la has visto, o te preguntarás cómo es posible que yo vea eso, si la has visto.
Y es por esto también que considero la película una obra maestra.
Emocionante y visualmente bella.
Pero, sobre todo, emocionante.
Nada original la historia del personaje, tampoco muy nueva la cuestión de qué pinta el ser humano en el Universo y si a alguien le importa que estemos aquí (aparte de a los demás que están aquí, por supuesto), tampoco totalmente innovador el lenguaje (ahí está Baraka, Koyaanisqatsi, Home...) pero sí la forma narrativa. Y pienso en 2001, una Odisea en el espacio y en Solaris, que sí tienen personajes y son historias de ficción con una temática centrada en esos personajes, pero es que aquí se está contando una historia intimista, el crecimiento de una persona, la vida de una familia, se está hablando de sentimientos más que de planteamientos existenciales... y, eso, sí que no lo había visto nunca narrado así (probable que exista aunque no lo haya visto, pero yo no lo he visto).
Y me ha parecido maravilloso verlo.
Así que, Terrence Malick (de quien por cierto no he visto más que Malas tierras y apenas la recuerdo) ha hecho un trabajo arriesgado y genial.
Los actores están maravillosos, todos, Brad Pitt está mejor que nunca, pero así, mejor que nunca. Hunter McCracken, que efectivamente no te suena porque ésta es su primera película, hace una interpretación para la que no tengo palabras. Injusto que por los obvios motivos de publicidad sea Sean Penn (que claro que está muy bien pero su personaje “el adulto” es totalmente secundario) el que está en el cartel cuando el verdadero protagonista es este chico.
De música (El río Moldava!!!!) y fotografía no hablamos, porque eso ya es indiscutible.
Por cierto, puestos a verla, es una película para ver en pantalla grande.
Para terminar, os la recomiendo de verdad. Quizá os aburra, quizá os parezca pedante, quizá os queráis salir de la sala... Quizá sea buen indicador que os hayan gustado o aburrido soberanamente las películas que he nombrado antes, quizá no.
Pero, incluso puestos a aburrirse, mejor hacerlo con una película que no es clavada a otras cien que has visto, ¿no?
Palabras con las que no me refiero a que sea una buenísima película, sino a que es una obra única que merece la pena ver aunque sea tan sólo por ese motivo (hay muchos otros). El árbol de la vida es una de esas películas que de vez en cuando nos recuerdan que el cine es arte. O, dándole la vuelta, que hay que ir a ver recordándonos antes a nosotros mismos que el cine es un arte, que no tiene porqué utilizar siempre el mismo lenguaje, ni el mismo estilo de narrativa, ni los mismos elementos.
No quiero y sí quiero entrar en la polémica de público abandonando las salas en masa y carteles en algunos cines avisando de que tiene una narrativa diferente o cosas así. Cuando uno va al cine sabe que le puede gustar o no la película, punto. Libre es de irse, por supuesto. Pero ese fondo de queja porque es “rara”, esa idea de que se debe avisar de que la película es “diferente”... no los comparto. Me parece, si acaso, una triste señal de que la mayor parte de los autores cinematográficos, directores primero, guionistas después, están dormidos en los laureles, acomodados en “lo habitual” desde hace años. O, una triste señal de que a los cines sólo llega lo convencional, es decir, que el que no se acomoda no vende.
Excepciones hay, claro, de hecho ésta es una muestra, pero creo que es triste que cause esa respuesta.
Quede claro (aunque no creo que sea necesario que lo diga aquí porque es que es obvio), a mí me encanta el cine convecional, es sólo que hay otros.
En mi opinión, ya dejando de lado ese necesario respeto a las obras distintas, la película no es ni aburrida, ni lenta, ni muchísimo menos incomprensible.
De hecho, uno de sus sus temas principales es una historia mil veces contada: La pérdida de la inocencia o el paso de la niñez a la madurez de una persona, las relaciones familiares, la toma de conciencia de que el mundo es injusto, si se quiere, de que no se pueden controlar las cosas que ocurren, el descubrimiento de que los padres no son seres perfectos que siempre tienen razón sino simples seres humanos con sus contradicciones y defectos, etc.
En ese sentido más que en ningún otro, no se le puede poner una pega a la película. Da igual cuántas veces se haya contado una historia, si se cuenta bien. Y aquí se cuenta con una honestidad brutal, libre de artificio, de trucos. Impresionismo, imágenes que suenan a verdad tras verdad y que van formando poco a poco esa evolución personal del protagonista. Personajes perfectamente construidos y explicados, llenos de matices, que a la vez son arquetipos universales.
En el otro lado, donde la película toma los mayores riesgos narrativos, se plantea una cuestión que es, o no, o en parte, o lo que tú consideres (porque, sí, no hay nada malo en que una película tenga distintos significados para las distintas personas que la ven) la de... el abismo existente entre lo personal y lo global, entre lo ínfimo y lo eterno, entre yo-aquí-ahora-siento pero eso no significa nada a nivel global. Digamos: el ser humano enfrentado a todo lo que se escapa de su control. Al azar, a Dios, al Universo, a lo externo al ser humano, lo que tú consideres.
Porque, la película no empieza contándonos el abandono de la niñez de Jack, empieza con sus padres recibiendo una noticia terrible, con su madre planteándose si Dios le escucha o no y ahí, donde la gente sale de las salas supongo, es donde la película me gana a mí: en el radical cambio de... situación, vamos a decir. Y, ahí, cada uno verá lo que quiera.
Yo veo lo que veo: Cada ser humano es un ser humano, el resto, el Todo, el Universo, es lo que es y cada ser humano es irrelevante dentro del Todo. No podemos esperar compasión, justicia, "atención", ser relevantes. Pero tampoco podemos esperar que ese hecho nos haga ignorar lo que realmente nos importa, que no es el Todo sino las personas que tenemos al lado y nosotros mismos, nuestra vida, nuestro dolor, nuestra felicidad cuando la hay. No podemos esperar que nos consuele de las pérdidas, no podemos esperar que dé sentido a lo que no lo tiene, ni debemos permitir que reste sentido a lo que lo tiene. No podemos esperar respuestas del "orden/ sucesión de azares global" más que a cuestiones globales. Con lo que nos duele, con lo que nos afecta, estamos solos o en compañía de otros como nosotros. No es poco.
O algo así y muchas cosas más, difícil explicarlo.
He de decir que me hubiese encantado la película sin voz en off porque precisamente creo que lo que muestra, (no lo que cuenta, lo que“deja ver” y tú ves lo que ves,) es diáfano en extremo.
Pero, hay voz en off y hay ese final (que respeto pero que me resultó absolutamente ajeno, al contrario que todo el resto de la película) y opino que es difícil que un creyente y un ateo vean lo mismo en la película.
Creo también que la historia se posiciona, quizá no tanto en la existencia de Dios como en la transcendencia del ser humano. Tampoco veo nada malo en ello: Nada malo en que las respuestas no estén escritas con mayúsculas y cada uno pueda entender cosas distintas, tampoco en que la posición que (yo creo) toma el autor sea diferente a mi opinión.
Totalmente positivo, me parece lo primero, totalmente respetable, lo segundo.
Sí criticaría, sin embargo, en ese final, el simbolismo tan gastado que se usa, que desmerece del resto de la película. Pero no da para restarle realmente valor.
Y, a estas alturas, supongo que no te habrás enterado de qué va la peli, si no la has visto, o te preguntarás cómo es posible que yo vea eso, si la has visto.
Y es por esto también que considero la película una obra maestra.
Emocionante y visualmente bella.
Pero, sobre todo, emocionante.
Nada original la historia del personaje, tampoco muy nueva la cuestión de qué pinta el ser humano en el Universo y si a alguien le importa que estemos aquí (aparte de a los demás que están aquí, por supuesto), tampoco totalmente innovador el lenguaje (ahí está Baraka, Koyaanisqatsi, Home...) pero sí la forma narrativa. Y pienso en 2001, una Odisea en el espacio y en Solaris, que sí tienen personajes y son historias de ficción con una temática centrada en esos personajes, pero es que aquí se está contando una historia intimista, el crecimiento de una persona, la vida de una familia, se está hablando de sentimientos más que de planteamientos existenciales... y, eso, sí que no lo había visto nunca narrado así (probable que exista aunque no lo haya visto, pero yo no lo he visto).
Y me ha parecido maravilloso verlo.
Así que, Terrence Malick (de quien por cierto no he visto más que Malas tierras y apenas la recuerdo) ha hecho un trabajo arriesgado y genial.
Los actores están maravillosos, todos, Brad Pitt está mejor que nunca, pero así, mejor que nunca. Hunter McCracken, que efectivamente no te suena porque ésta es su primera película, hace una interpretación para la que no tengo palabras. Injusto que por los obvios motivos de publicidad sea Sean Penn (que claro que está muy bien pero su personaje “el adulto” es totalmente secundario) el que está en el cartel cuando el verdadero protagonista es este chico.
De música (El río Moldava!!!!) y fotografía no hablamos, porque eso ya es indiscutible.
Por cierto, puestos a verla, es una película para ver en pantalla grande.
Para terminar, os la recomiendo de verdad. Quizá os aburra, quizá os parezca pedante, quizá os queráis salir de la sala... Quizá sea buen indicador que os hayan gustado o aburrido soberanamente las películas que he nombrado antes, quizá no.
Pero, incluso puestos a aburrirse, mejor hacerlo con una película que no es clavada a otras cien que has visto, ¿no?