All that jazz
Jul. 17th, 2007 12:48 pmEntre mis sueños tontos, por esos recovecos de mi mente donde las neuronas se ocupan, como un loco grupo de guionistas, en encerrarme en un ascensor con Neil Jordan, justo el día en que llevo en mi mochila un guión; o en que Peter Weir me preste su sombrero amablemente un día de calor, tras lo cual empezaríamos a hablar apasionadamente de los significados antropológicos de sus películas y después me pide, por supuesto, que le escriba una historia y yo tengo que decirle que le entregué el guión bueno a Neil Jordan porque me daba corte darle el que era para él y blablabla.
Bien, pues en ese lugar de mi mente está el sueño de ir a un local de jazz.
Los locales de jazz son para mí como Viena: Seguro que no existen los que yo veo. Eso es bastante fácil de entender, porque en mi local de jazz canta Leonard Cohen y toca el piano Jeff Bridges (y ahora es cuando cualquiera que sepa un poco de música se parte de risa). Pero es que en mi local de jazz al final yo me abro paso entre el humo, a través de las mesas descolocadas llenas de hombres que se parecen a Bogart y mujeres que se parecen a Bacall, me subo al escenario y canto Always a dúo con Cohen con un coro de mujeres haciendo eso de insertar preguntas entre las estrofas.
Buah, sería genial. Siempre he pensado que si hay un sueño de cantar algo en condiciones para mí sería de Leonard Cohen. Pero no sería el Take this waltz, porque eso se canta en Viena al oído de alguien mientras bailas uno de esos bailes que son sólo un abrazo cadencioso.
Me gusta esa parte de mi mente, me hace sonreír un montón.
En esta cafetería, donde una vez estuve a punto de quejarme porque estaba segura de que era ilegal tener puesto el telediario en la tele mientras sonaba jazz, no hay fotos de Viena, sólo Paris y Londres. Pero una mujer canta I´ve got you under my skin, aunque no en directo. Cantaba Cry me a river, hace un minuto. Es mediodía, es verano, las chicas llevan vaqueros bajos y cazadoras con estrellitas plateadas y los chicos bermudas y camisetas azules. Hay mucha luz y poco humo, amplios ventanales de preciosas vistas y la gente bebe café o cerveza en lugar de ¿ginebra? ¿Es ginebra lo que hay que tomar en un local de jazz?
Pero la música y ese toque de trabajo hecho con el que llego me llevan a esos bares oscuros llenos de mujeres en largos vestidos que marcan curvas y hombres en pantalón negro y camisa blanca arremangada que se han guardado la corbata en algún bolsillo.
La música tiene esa fuerza.
Me veo en la tarima con el vestido negro de cuello en pico y tirantes, seda, que nunca me compraría, con más rimel del que me haya puesto nunca, el pelo más largo y semi-recogido cayendo en ondas. Apunto al fondo de la sala dejando caer ese “´cause I´ve got you under my skin”
Tantas cosas bajo la piel, ahí donde habitan los sueños...
Así que, imaginemos que estamos ahí, que estáis sentados en esas mesas, absolutamente guapísimos y elegantes, con ese aspecto de tristeza alargada, y yo me bajo micrófono en mano y os pregunto, mientras Jeff Bridges hace bailar sus dedos sobre el piano, ¿Cuál es tu sueño tonto?
No te cortes: todo lo que se diga en este local se queda en este local, como un suave secreto susurrado. Y a cada respuesta, el coro soltará un “Oh, yeah, that´s what I mean”
¿Cuál es tu sueño tonto?