Rain water, sea water, river water, holly water
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Mi primer recuerdo incluye niebla a lo lejos. Pasé la mayor parte de mi niñez durmiéndome con el sonido de canales. El agua me parece sencillamente bella, en todas sus formas. El hecho de todas las formas que puede adoptar es ya algo impresionante. Del mar a las lágrimas. De un cristal de hielo a una nube.
Mirada desde una óptica puramente objetiva, el agua no es sólo el origen de la vida, es buena parte de la vida. Una molécula de tantas con esa cosa tonta de poder formar puentes de hidrógeno que hace que lo que se supone sería un gas a temperatura ambiente sea un líquido estable hasta los 100º. De hecho, si soy objetiva del todo habría que llegar a que no me fascina el agua sino los puentes de hidrógeno. Sólido a 0º, gas a 100º. Más? El agua tiene su punto de mayor densidad a 4º y eso hace ni más ni menos que pueda pesar más siendo líquida que sólida. Cosa que, ahí donde la tienes, hace que los lagos se hielen sólo en la superficie y la vida se mantenga en ellos.
Dejemos la objetividad: Eso la hace ya mágica.
Se supone que el ser humano precisa de la visión del agua. Si haces una encuesta (las hay) la inmensa mayoría de las personas valorarán un paisaje mejor si en él aparece agua. Había un viejo chiste de un cura que decía: Dios fue tan bueno que puso un río en cada pueblo. El agua siempre ha sido uno de los requisitos para los asentamientos humanos. Los romanos hicieron acueductos impresionantes, hacían sus murallas dejando en el interior parte del río por si les sitiaban. Para qué hablar de lo que hicieron los árabes alrededor del agua.
Imprescindible es la palabra. Pero va más allá de la necesidad, es la simple visión: Adoramos el agua. Hay una bendición irlandesa que es sencillamente Rain on you (Que llueva sobre ti).
Una de las primeras palabras que aprendemos a decir es agua.
El gran recurso en peligro, una molécula de tantas, la base de la vida, la mayor parte de nosotros. Pero el agua es también el símbolo por excelencia. Se supone que, en los sueños, representa la vida interior. Pero agua es todo: Lluvia, niebla, nieve, hielo, nube, mar, río, arroyo, riachuelo, lago, laguna, océano,... Personalmente, los sentimientos me saben a agua, se mueven, arrastran, fluye, arrasan, salpican, inundan, calan, del mismo modo.
Por todo eso y por más (el agua no cabe en palabras), el agua está aquí.
Luz de luna está aquí en realidad por la serie. Dejando eso a un lado, la luz de la luna me suena a muchas cosas, a insomnio, a despertarme de madrugada y ver esa iluminación mágica y a cosas que ocurren a la luz de la luna y de las que no vamos a hablar. Me suena a Manolo García cantando Luz de luna. A Moonriver y Blue moon. La luz de los poetas, se supone. Me suena al Rayo de luna, la leyenda escrita por Becker que leí de pequeña y me asustó horrores ya que no podía creer de aquella que un ser humano pudiese realmente llegar a esa conclusión... Años han pasado.
La serie en sí misma, cambiando mucho la temática, me suena a mis 13 años, a David Addison con su sonrisa pícara, a portazos que sonaban a amor, a la escena que he comentado mil veces y que tendría que nombrar si alguien me preguntase por mis principales influencias. Porque creo realmente que aquella cita imperfecta donde todo salía mal y acababan tomando un café de máquina en una lavandería y bailando (creo, puede que mi memoria me juegue una mala pasada romántica) es la escena que más claramente me ha influenciado a la hora de escribir.
Pero decías que querías una historia. Tengo un fic con agua y luz de luna aparcado desde hace tiempo con aquello de que empezó siendo una cosa y acabó siendo otra...Lo revisaré y quizá me decida a darle el visto bueno. Y, por cierto, ha surgido una idea para otro escribiendo esto, pero la maduraré un poco.
Una historia corta y original ahora sobre agua y luz de luna (improvisada, ruego se entienda)
Metió los pies en el agua, negándose que esperaba. Olvidando el frío y la incomodidad que vendría después. Reprochándose haberlo evitado, hizo ese último acercamiento hasta donde la siguiente ola le alcanzaría. Luego daría igual. Sintió el escalofrío lento subir por su cuerpo y respiró profundamente.
La luna se reflejaba en el mar y todo era tan bello como solía serlo en sus sueños, cuando no podía dormir e intentaba imaginar un lugar placentero. Siempre estaba solo en esos sueños, hasta que la conoció. Entonces empezó a colarse, apareciendo de puntillas, sólo a veces, sólo un momento. Sentía la presencia fantasmal a su espalda, incluso el miedo, y entonces su voz en la nuca diciendo cosas... Cosas que cambiaban cada noche.
Ahora el sueño estaba ahí y él no la estaba esperando. No habría aliento en la nuca haciendo que el escalofrío siguiese el camino inverso, no habría nada y no debía esperar que lo hubiese. Sólo eran amigos, o conocidos, o quién sabe si ni siquiera. Sólo eran dos que estaban en un grupo de diez, en una acampada de tantas que ambos habían hecho antes de conocerse. Que fuera la primera juntos no cambiaba nada. Que él la desease tampoco para ella. Seguro. Seguro que no le importaba ni un poco. Seguro que los sueños nunca se cumplen y lo cierto es que estaba entrando en esa edad en que uno debe empezar a ser consciente de ello. Había que ser realista, ya lo decía su padre, aquello no iba a ocurrir, como tantas otras cosas con las que había soñado.
Lo cierto es que ya no la esperaba, se había convencido, cuando sintió una presencia tras él, unos pies que se acercaban de puntillas moviendo la arena, apenas podía oírlos con el barullo de fondo del grupo. Creyó imaginarlo hasta que sintió el calor en la nuca.
-¿Has oído cantar a una sirena?
Cerró los ojos, era su voz, cerró los ojos mientras el escalofrío bajaba.
-Sí,-dijo con certeza antes de abrirlos.
Allí estaba ella, a la luz de la luna, sus pies barridos por la espuma de la última ola. Se cerró la chaqueta y le temblaron los hombros un instante. Sonreía mirando el mar.
-Vaya, eso dificulta las cosas.
Pensó que lo mejor de los sueños era que uno siempre tenía algo bueno que decir. Ahora no tenía nada.
-¿Qué cosas?-En realidad tenía algo peor que nada.
Ella miró sus pies, sonriendo con una mezcla de timidez y riesgo que sabía mejor que el mar.
-Pensaba proponerte que te quedases un rato más. Todos están demasiado cansados y ...yo no. Pero no sé si podré competir con las sirenas.
Las grandes palabras seguían sin salir. Su empeño en identificar eso con una señal de que estaba ocurriendo realmente no le consolaba. Pero fue capaz de extender la mano, tomar la de ella y verla sonreír al mirarle. Justo un instante antes de que todo empezase a parecer sencillo.
Hablaron, hasta que la luz de la luna fue vencida por el amanecer.
No acabó pensando que los sueños se cumplían, tenía ya la edad para saber que era demasiado pronto para sacar esa conclusión.
Pero se quedó dormido pensando que, a veces, los sueños se dejan soñar un poco, quizá sólo un poco, pero eso ya es bastante.
Podría hablar horas sobre ambas, pero quede este resumen.