Cuando era pequeña había para mí dos grandes preguntas sin respuesta que me traían loca. Una era por qué siempre había que esperar a que la sopa se calentase si luego había que esperar a que se enfriase para comerla y la otra cómo demonios era posible que el universo fuese infinito y, lo que es peor, si no lo era qué era lo que había después.
Así conocí lo que era quemarse la lengua y que te doliese la cabeza.
La primera se respondió cuando empecé a entender que yo tenía toda la razón en mi sospecha de que mi madre no lo sabía todo (no sabía cuándo la sopa YA estaba) y la segunda hace unos días en un episodio de Futurama que es como el oráculo del siglo XXI: un generador de respuestas absurdas a preguntas idiotas pero, eh, siempre emocionantes.
Hay preguntas preciosas. De esas que suenan tan bien que es que ni te importa la respuesta. Así está aquello de “Un pájaro puede amar a un pez pero, ¿dónde vivirían?”, “¿Dónde va el amor cuando el amor se va?”, “¿A dónde van los besos que no damos?” o incluso “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”
Están las rompecabezas como la de si un árbol hace ruido al caer en caso de que nadie lo escuche (por supuesto que sí!!!!!), como suena un aplauso de una mano y similares.
La de Hemingway, o la del guionista de Las nieves del Kilimanjaro: ¿Para qué subió el tigre a lo alto del Kilimanjaro?
Está una que para mí está entre las grandes y que es de Woody Allen, supongo, la de ¿Un recuerdo es algo que tienes o algo que has perdido?
Las de Isak Dinnesen: ¿Conoce África una canción que hable de mí?, aunque esta creo que es de la guionista de Memorias de África y la del libro era si aquel animal (una gacela?) que había cuidado y cuyo sonido creía oír a veces tendría la sensación, allá en la sabana, de escuchar los ruidos de la casa.
¿Nos recuerdan nuestros recuerdos?, al fin y al cabo.
El propio Lord Nelson, en Trafalgar square, sólo tiene leones de piedra…
Y mezclando Roma con Santiago en una clara señal de que pienso demasiado en el cine: Por favor, ¿no os habríais ido todos a las Galápagos? (Hablo de Master and commander y de lo mal que me cayó el protagonista en ese momento)
Hay una pregunta que me parece de lo más acertada: ¿Qué cambiarías si pudieras?, referida al pasado. Porque siempre me ha obsesionado eso de la paradoja del tiempo y siempre me han parecido un poco…tontas esas reflexiones sobre que “si no hubiese ocurrido tal cosa…” porque desde luego hay cosas que si no hubiesen ocurrido habrían hecho todo mejor pero es tan sumamente difícil determinar algo así…aparte de inútil, claro.
Hay preguntas hechas sin interrogación, Eternal sunshine of the spotless mind es un perfecto ejemplo con una perfecta respuesta en boca de Jim Carrey al final de la película. Llamadme romántica pero es tan perfecta…
Mi favorita, de todos modos, siempre ha sido la de ¿Cuál es el sentido de la vida? Porque, puestos a preguntar una estupidez sin respuesta correcta, al menos que sea algo así.
Había una leyenda (supongo) hace tiempo sobre un examen de filosofía en que la única pregunta era “¿Por qué?” y alguien había sacado un 10 respondiendo “¿Por qué no?”
Mi pregunta hoy es: ¿Cuál es tu pregunta favorita?, o la más odiada, la más presente, la más constante, la que más respuestas distintas ha tenido, la más difícil, la más obvia aunque nadie más parece tener la respuesta, aquella cuya respuesta conoces pero no la entiendes en absoluto.