yuvia: (Believe)
[personal profile] yuvia
Para [profile] helessa2012, que eligió el pedacito de canción: “Dearest Dana”: This is “always yours”.

Derechos legales: Mulder y Scully no me pertenecen, son personajes propiedad de Chris Carter, 1013 y Fox. Todo lo que te suene de algo es suyo, todo lo que no, es mío. No mala intención. No dinero.
Rating: TP
Es un post-inter-pre-etc,etc- Gethsemane – Redux (qué complicado es todo cuando hay saltos temporales). Spoilers de toda la cuarta.
 
 
 
 
A MEDIO CAMINO
 
 
And in the streets: the children screamed,
The lovers cried, and the poets dreamed.
But not a word was spoken;
The church bells all were broken.
Don Mc Lean, American pie.
 
 
En realidad hacía frío. Caminó muchas calles antes de darse cuenta pero cuando fue consciente de ello le dominó totalmente: Estaba helado y a mitad de camino. Supo ambas cosas a la vez aún sin estar seguro de qué significaba lo segundo.
Enero no es un mes para pasear por Washington pero eso fue cuanto se sentía capaz de hacer después de lo ocurrido. Se metió el papel que aquel hombre había intentado quemar poco antes de que lo matase en su bolsillo, y abrió la ventana para respirar porque sentía que se ahogaba.
Sólo unos minutos antes, había decidido disparar esa pistola contra sí mismo, porque él era quien merecía estar muerto y la idea le parecía buena aparte de justa en aquel momento. Ahora había matado a un hombre. No es que se sintiese especialmente culpable, sabía que la defensa propia estaba más que justificada, pero le parecía injusto.
Siempre eran otros los que morían por su culpa, otros los abducidos, otros los asesinados, otros las víctimas del injusto orden que manipulaba los hilos. Si sólo hubiese sido él habría gastado una segunda bala y eso sería todo, eso sería fácil y eso sería justo.
Pero Scully...
 
Ahora el frío lo dominaba todo. Las calles estaban vacías y todo parecía encajar a la perfección, como si por fin hubiese encontrado su lugar ahora que el mundo estaba helado y vacío. Tristeza, desolación e injusticia bajo el manto de edificios perfectamente alineados en un orden que sólo era apariencia, que ocultaba la verdad, el caos que bullía en el interior de cada persona, de la propia sociedad, de un país dirigido por personas que mentían y manipulaban desde las sombras. No quedaba lugar para la esperanza, no para él, no ahora que sabía ciertas verdades que llevaba demasiado tiempo buscando y que habían traído unas consecuencias que nunca pudo imaginar. “Porque soy estúpido” pensó, y le pareció otra buena razón por la que debía estar muerto. Pero ya había tomado otra decisión. Se lo debía a Scully: Vivir sólo un poco más, lo justo para vengarse, sólo lo imprescindible.
Estaba a mitad de camino, entre la vida y la muerte, entre querer una y otra, entre dejar de creer totalmente y mantener la amarga creencia de que había tenido razón en una cosa, en quién estaba detrás engañando, mintiendo; entre mantener la decisión de suicidarse y la que había tomado poco después, la de fingir que lo había hecho para tener tiempo. Sólo lo imprescindible.
 
Fue la horrible imagen del rostro de aquel hombre, desfigurado por el disparo, lo que le dio la idea; pensar que eso sería lo que habría visto Scully cuando le hubiesen llamado para reconocer el cadáver si se hubiese suicidado. Eso marcó la diferencia y supo que, a pesar de todos sus errores y todo el daño que había hecho, su última acción antes de morir no podía ser dejar a Scully la terrible carga de ver eso. Debía hacer algo más por ella.
 
Envolvió el cadáver en la cortina del baño y lo arrastró hasta su apartamento. Por supuesto, existía la posibilidad de que alguien le viese pero eso no le preocupaba demasiado ya que tenía en su bolsillo la segunda opción: Si alguien le veía se suicidaría. Iba a intentarlo, si salía bien mejor, si no pues nada.
Pero nadie le vio. En poco más de una hora el cadáver del hombre que le había estado vigilando desde el piso de arriba, y que había intentado matarle al saberse descubierto, yacía sobre el suelo de su salón con su pistola en la mano, la sangre estaba limpiada y se había cambiado de ropa. Tenía los brazos destrozados por el esfuerzo pero la adrenalina no le permitía ser consciente de ello.
 
Salió por la puerta del garaje y caminó, sin rumbo, sólo para pensar mejor, para no estar allí, para acabar de decidir cómo iba a lograrlo. En realidad bastaba con encontrar al responsable máximo, lo mataría, alguien le mataría a él después y punto. No quería nada más.
 
Pero, tras muchas calles empezó a volverse ambicioso y el plan a tomar forma. Tenía la identificación de aquel hombre que le permitiría entrar en el corazón del Departamento de Defensa y, si era cierto que le habían provocado el cáncer a Scully, podía haber una cura. Se esforzaría hasta morir. Literalmente.
Cuando decidió esto sintió el frío y la sensación de estar en mitad del camino. Su plan tenía un tremendo fallo, sin embargo: Scully sabría que el hombre en el suelo de su apartamento no era él. Tendría que pasar el mal trago y, al final, acabaría sabiendo que seguía vivo de modo que tenía que decírselo. No estaba seguro de querer verla, de que no fuese demasiado egoísta desear estar con ella sólo unas horas antes de que todo acabase. Dudaba de que ella quisiese verle después de saber que iba a morir por una enfermedad que nunca habría sufrido de no haberle conocido. Pero estaba camino de su casa aunque no era consciente de haberse dirigido hacia allí. Aún así sabía que no era la casualidad la que había elegido esa dirección. Uno es lo que es.
 
Abrió con sigilo la puerta del apartamento de Scully con su propia llave y caminó a oscuras hacia su habitación pensando que estaría allí, pero el cuarto estaba vacío y se sentó a esperarla.
Permaneció poco más de un cuarto de hora sumido en aquella cálida oscuridad. No pensó más en el plan: Ya estaba allí, había tomado la decisión y lo que había que planear ahora era mejor hablarlo. Estaba agotado y en su mente sólo tenían cabida pensamientos sobre ella. Lo que era y lo que podría haber sido. Sus cuatro años juntos en los que había demostrado una honestidad y lealtad incomparables. Podría haber sido médico, quizá enseñar, quizá colaborar en departamentos en los que se hiciesen cosas útiles porque estaba claro que cualquier lugar habría sido mejor que aquel al que la habían destinado. Ojalá ella nunca hubiese conocido esa verdad, la manipulación, la hipocresía y la falta de ética de los que se suponía debían proteger a los ciudadanos.
El culpable era él, porque él se había empeñado en creer y en hacer que ella creyese.
Ojalá hubiesen elegido a otra persona para espiarle. Ojalá hubiese sido capaz de alejarla de su lado cuando los separaron.
Cuando escuchó la puerta se mantuvo quieto y en silencio sin saber muy bien porqué, sólo para verla un instante como alguien ajeno a él que entra en su casa, una mujer normal en un mundo normal a la que no le espera otra última noticia sobre el terrible modo en que la han manipulado. Quiso permanecer callado, como un fantasma, imaginar que ya había muerto y sólo era una sombra en una esquina de su habitación que permanecía a la espera para protegerla si llegaba el caso. Como si el mundo pudiese variar con sólo desearlo.
Si hubiese podido cambiarlo todo en un deseo, habría deseado eso: Ser un fantasma, un ángel de la guarda de una Scully sana y libre.
-Adelante, chica del FBI-, fue cuanto se le ocurrió decir al ver que comenzaba a desnudarse. Y volvió a poner los pies sobre el mundo real donde tenían que planear la gran mentira que les acercaría a una verdad mucho menos deseada que de costumbre.
 
 
Después de una hora sentados a la mesa, discutiendo sobre lo que debían hacer, fueron dejando de hablar casi sin darse cuenta. Permanecieron sentados, como esperando una última decisión. Scully estaba enfadada pero aún más dolida. Cansada. Se sentía traicionada por todo y por todos. De hecho, le había resultado mucho más fácil creer lo increíble, lo imposible, de lo que le resultaba ahora creer la verdad y se sentía estúpida por ello.
Mulder sólo se sentía extraño. Todo había cambiado de posición en las últimas horas y, al contrario de lo que solía ocurrir, eso no le había dado fuerzas para seguir sino todo lo contrario: Le había hecho desear rendirse para siempre. Sin embargo, iba a luchar como nunca.
Por otro lado, no podía evitar sentirse emocionado aunque no lo deseaba. No quería tener fe ni incitar a Scully a creer en una posibilidad tan remota como una posible cura.
Unos meses atrás le había dicho que la verdad le salvaría, que les salvaría a ambos. Sin embargo la verdad estaba allí y sólo hablaba de muerte. Rió irónico. Negó con la cabeza ante la mirada inquisitiva de Scully.
-Pensaba en cómo-acabó diciendo-nada tiene sentido en cuanto se descoloca un poco. Toda opinión, decisión, palabras dichas o escritas están subordinadas a su lugar y a un tiempo determinados. La verdad no existe, sólo hay opiniones más o menos acertadas. Y eso sólo cuando hay suerte.
-Y, ¿cuándo no?
-Entonces sólo hay mentiras.
Scully sonrió sin saber muy bien porqué. En parte sólo porque tenía mucho sueño, en parte porque todo había pasado ya el límite de lo terrible y una sonrisa no podía desentonar.
-Eso es muy poco científico, Mulder.
-Es lo bueno de la ciencia, -respondió él imitando esa leve inclinación de labios- que no necesitas demasiada fe para creer en ella.
-Pruebas: Siempre te lo he dicho.
-Ves, tu parte era la más fácil. Siempre lo supe.
-Si te hubieses llevado alguna vez la contraria sabrías que mi parte era la difícil.
Scully esperaba que él siguiese con la conversación pero no lo hizo. Sólo la miró fijamente y tomó su mano. Quería decirle que lo sentía, decirlo muchas veces hasta que aquellas que eran las palabras más inútiles del mundo sirviesen por fin para algo y la curasen, la devolviesen cuatro años atrás con lo que sabía ahora, besasen sus párpados hasta retirar la tristeza de su mirada. Sin embargo no pudo.
 
En algún momento Scully se levantó y le llevó de la mano a su dormitorio diciendo algo sobre dormir. Él se dejó llevar, se tumbó a su lado y pensó que todo debería ser muy distinto. Le dolía tanto esa idea que acabó pensando que lo lograría, que encontraría la cura y, en un año, Scully arrastraría a un hombre a su cama para algo muy distinto a esperar una llamada en que dijesen que habían encontrado un cadáver en el piso de su compañero. Él sólo sería un recuerdo de lo peor de su vida, y también quién le había salvado.
Scully tenía ya los ojos cerrados pero sabía que no estaba dormida de modo que lo preguntó.
-¿Piensas en cómo serían las cosas si no me hubieses conocido?
-Cuando no me dejas dormir sí, a menudo: pienso en lo a gusto que estaría dormida. ¿Es a esto a lo que se refieren cuando dicen que no es buena idea acostarse con un compañero?-dijo ella fingiendo parte de su cansancio. Se sentía incapaz de dormir pero quería al menos acercarse y eso implicaba un silencio que sabía sería muy difícil con Mulder al lado.
Aunque le quería al lado. Lo más cerca posible. Había una sutil diferencia entre ser fuerte y escapar de sí misma que estaba empezando a descubrir.
-Creo que la cosa va más bien por aquello de que luego el jefe te odia por ser el cabrón que le ha estropeado el plan pero...nunca se sabe.
-No quiero herir tus sentimientos, pero dudo que Skinner me odiase por algo así.
Ya la estaba acariciando, sólo un suave roce de sus nudillos en la mejilla cuando volvió a preguntar.
-¿Lo piensas?
-¿Lo haces tú?
-No creo que sea lo mismo: Tú no me has destrozado la vida.
-Creo que eso sólo es así desde tu punto de vista, opinión y no verdad. Desde luego, no lo es desde el mío.
 
Scully no quería pensar en eso. En realidad no quería pensar en nada aunque había algo que no podía apartar de su mente.
Mulder le había contado que el mismo hombre que les había dicho que los Expedientes X eran una gran mentira le había llamado para avisarle de que podían estarle vigilando y él, en la oscuridad, pudo ver un pequeño orificio en el techo. Al entrar en el piso sobre el suyo aquel hombre había intentado matarle y él se había defendido. Lo extraño es que, al terminar su relato, Mulder había sonreído con tristeza y murmurado que tenía gracia.
A Scully sólo se le ocurría una razón por la que podía hacer ese comentario. Una razón que había cruzado por su mente en demasiadas ocasiones.
 
La mano de Mulder ya reposaba sobre su cintura. Ella sólo jugueteaba con la  camiseta de él. Había decidido no pensar mucho en porqué le estaba tocando: era sólo algo relacionado con que era suave y olía bien, nada más. Quería quedarse así y no pensar, pero hacer lo que quería no era su estilo.
-¿Hay algo de verdad en lo que vamos a fingir, Mulder?, ¿por eso tenía gracia?
Mulder supo inmediatamente a qué se refería. Se tomó tiempo para responder, tanto que Scully ya había supuesto un sí.
-La mente es siempre lo más sorprendente:-respondió al fin,-puede haber decidido algo y sin embargo ordenar al cuerpo que actúe en sentido contrario a lo que ha decidido. Coges una taza que te quema la mano y, mientras estás pensando que si la sueltas el café te quemará las piernas, la sueltas. Es interesante.
Scully sintió como se le formaba un nudo en la garganta. Quiso preguntar que iba a pasar después, cuando todo acabase. Quiso incluso echarle en cara que no podía querer morir, tener el valor de decírselo a ella en la situación en que estaba, pero no pudo.
- No creo que la taza sea un buen ejemplo,- fue cuanto dijo.
-Está ya hecho, de todos modos. Quizá lo que encuentre mañana haciéndome pasar por ese hombre...sirva de algo. Quizá sólo encuentre más pruebas de que todo es mentira. Aún así servirían de algo.
-¿Es lo que quieres ahora?, ¿pruebas de que te equivocabas?
-Yo siempre he querido pruebas, incluso cuando no decían lo que esperaba. ¿Ves como sí tenemos cosas en común?
-Ahora lo que esperas es precisamente eso. En el fondo tienes fe en que esto se arreglará si pagas tu culpa dejando de tener fe, y no entiendes que ni siquiera es tu culpa... y que lo que quieras o esperes o creas no va a cambiar nada.
Mulder se separó de ella, sólo unos centímetros, lo suficiente para no tocarla.
-SI no me hubieses conocido tú no estarías enferma, tu hermana seguiría viva y yo estaría muerto. Si uno abre los ojos a la realidad es muy difícil tener fe en algo. Porque todo es como no debería ser. Tienes razón en que da igual que pague por ello o no, pero tengo culpa.
 
A decir verdad, Mulder esperaba otra reacción, no sabía cuál pero cualquier otra, todo menos ese abrazo silencioso, lento y largo que Scully le dio y en medio del cual sólo se sintió capaz de murmurar un “Por qué”
Pero no hubo respuesta hasta mucho después, hasta que dejaron de llorar.
-Yo aún tengo fe en algo.-Dijo ella.- Y tú también. Por eso estás aquí, por eso estamos los dos aquí. Incluso aunque ni la verdad, ni Dios existan, aunque te hayan manipulado durante años y ningún fenómeno paranormal sea más que un truco, o aunque la ciencia no sea capaz nunca de explicar precisamente esos fenómenos. Tenga quien tenga la razón o aunque la razón no exista, sigue habiendo algo en lo que tener fe. Por eso. Por eso seguimos aquí.
 
El teléfono sonó. Scully lo cogió fingiendo una perfecta voz adormilada, fingió sobresaltarse, como mandaban los cánones, y dijo que llegaría cuanto antes. Luego colgó, se volvió hacia él y le sonrió antes de levantarse, coger ropa limpia y entrar en el baño.
 
Mulder consiguió por fin adormecerse un poco al son del agua de la ducha. Decidió permanecer así, en calma, con los ojos cerrados sólo unos minutos. En cuanto Scully se marchase se ducharía y vestiría para fingir ser quien no era, para hacer su último intento de salvarla y salvarse por medio de la verdad.
Pero, en la duermevela, decidió otra cosa más, una pequeña variante en el plan: Si Scully moría todo se mantendría según lo previsto pero, si encontraba la cura y tenía que aceptar que todo había sido un engaño y Scully vivía, si eso ocurría permitiendo que dentro de un año ella arrastrase a un hombre a su cama para algo muy distinto a esperar una llamada, él seguiría vivo. Para verlo en tiempo real con sus propios ojos o verlo al día siguiente en los de ella, de eso todavía no estaba muy seguro.
Probablemente esa era una cuestión de opiniones más que de verdades y, como tales, cambiarían con el tiempo.
 
 

Date: 2006-06-17 01:45 am (UTC)
From: [identity profile] yuvia.livejournal.com
Gracias por tu comentario, que me ha dejado sin palabras.

No es porque me hayas escrito aquí pero...últimamente está lloviendo mucho y pienso en tu último relato. Es extraño cómo has logrado expresar...lo que has logrado expresar.
Gracias por escribir, Enia. Sea como sea y sobre lo que sea: Sigue haciéndolo.
Besos.

Date: 2006-06-20 04:28 pm (UTC)
From: [identity profile] m-enia.livejournal.com
Y ahora la sin palabras soy yo.
Sea lo que sea, parece que seguiré escribiendo. Eso es lo que pasa cuando escribir es una necesidad en lugar de algo que tan solo nos gusta hacer.
Un beso enorme

Date: 2006-06-22 11:55 am (UTC)
From: [identity profile] yuvia.livejournal.com
Una mezcla de ambas cosas, supongo.
Sea lo que sea: Sigue compartiéndolo,por favor.
Besos.

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